Gracias a mi madre Miriam más el largo tiempo en los Scouts y en el Karate, aprendí lo que no se enseña en un salón de clases; valores, amistad y principios. También desarrollé un extraño sentido del humor que a pocos y muchos les parece gracioso.
Pasé mi niñez viendo muchas películas en el cine, crecí leyendo comics y gasté muchas horas de trasnocho por culpa de los videojuegos, obviamente siempre fascinado por las historias y grandes imágenes que ambas me transmitían.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria entendí que ver historias de otras personas era fascinante, pero ya era el momento de empezar a contar y crear mis propias historias, por eso entré a la Escuela de Comunicación Social de La Universidad Santa María en Caracas. A diferencia de lo que sería lógico, no tomé la rama audiovisual, me gradué como Comunicador Social Corporativo. La universidad dejó una gran marca en mi, conocí a grandes amigos, descubrí buenos profesores y me enamoré de la fotografía.
La fotografía en la Universidad fue maravillosa pero muy corto el tiempo para entenderla, sin embargo el destino puso en mi camino a dos grandes profesores Paolo Di Pietro y Jorge Donoso. Con ellos di mis primeros pasos en fotografía, no como un hobby, sino como trabajo y estilo de vida.
Llegué a Colombia para hacer equipo junto a mi gran amigo Luís Tovar y más que un trabajo para mí es una segunda universidad, donde he conseguido buenos amigos y reencontrarme con mi gran amor “La Fotografía”.
“Una sonrisa es la llave secreta que abre muchos corazones”
Robert Baden Powell.
Gracias a mi madre Miriam más el largo tiempo en los Scouts y en el Karate, aprendí lo que no se enseña en un salón de clases; valores, amistad y principios. También desarrollé un extraño sentido del humor que a pocos y muchos les parece gracioso.
Pasé mi niñez viendo muchas películas en el cine, crecí leyendo comics y gasté muchas horas de trasnocho por culpa de los videojuegos, obviamente siempre fascinado por las historias y grandes imágenes que ambas me transmitían.
Cuando llegó el momento de elegir una carrera universitaria entendí que ver historias de otras personas era fascinante, pero ya era el momento de empezar a contar y crear mis propias historias, por eso entré a la Escuela de Comunicación Social de La Universidad Santa María en Caracas. A diferencia de lo que sería lógico, no tomé la rama audiovisual, me gradué como Comunicador Social Corporativo. La universidad dejó una gran marca en mi, conocí a grandes amigos, descubrí buenos profesores y me enamoré de la fotografía.